Dentro del mercado negro de píldoras abortivas en Honduras

Por Honduras Verifica
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Nuestra periodista y editora de Honduras Verifica, Ana Paola Avila, colaboró como productora local en un importante documental para la BBC de Londres, donde exponen la realidad de las mujeres hondureñas en cuanto al acceso, las limitaciones y los desafios de sus derechos sexuales y reproductivos. Pueden ver el reportaje original en BBC News escrito por Megha Mohan, Yousef Eldin y Ana Paola Avila. Honduras Verifica comparte la versión en español y el documental completo.

BBC 100 Women, Honduras

Tras la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de anular la sentencia Roe vs. Wade, la corresponsal de Género e Identidad de la BBC, Megha Mohan, conoce a las mujeres que compran en el mercado negro de Honduras, píldoras conocidas por provocar un aborto, a las personas que se lucran por venderlas y a los médicos que se enfrentan con las consecuencias.

La primera mujer presidenta de Honduras, Xiomara Castro, en su campaña política prometió revisar las políticas sumamente restrictivas del país en materia de derechos reproductivos de la mujer en un plazo de 100 días en el cargo presidencial. Un año después, se ha anunciado la legalización de la píldora del día después, pero sólo en casos de violación.

Laura se reúne con nosotros una hora después del atardecer, cuando la última luz del día se desvanece rápidamente.

Tiene 25 años, está embarazada de dos meses y no está preparada para tener un hijo.

“Hace dos meses salí y conocí a alguien. No tuve cuidado y quedé embarazada”, dice, con una expresión de dolor en su rostro. “Ha sido duro para mí porque vivo sola. El único apoyo que tengo es el mio.

Se detiene para observar a un perro callejero que se acerca al banco en el que estamos sentados en el centro de Tegucigalpa, la capital de Honduras, un país centroamericano con algunas de las leyes más estrictas del mundo en materia de reproducción femenina.

La píldora del día después estuvo prohibida desde 2009 hasta principios de esta semana: ahora disponible para las mujeres que han sido violadas. El aborto sigue estando penado por la ley con condenas de hasta seis años de cárcel, incluso en casos de violación o incesto.

Pero Laura ha oído hablar de un medicamento recetado para el cáncer de estómago que la gente está tomando para interrumpir embarazos. Cuando se introduce por vía vaginal, provoca una fuerte hemorragia de la pared uterina y, en última instancia, un aborto.

Planea comprar estas pastillas a través de un comerciante llamado José, que, según ella, es muy conocido entre la gente de su edad en Tegucigalpa.

Acompañamos a José una tarde hasta una farmacia a recoger los medicamentos para un cliente. Mientras el olor de su loción inunda el vehículo, nos cuenta que una ex novia que trabaja en un hospital le ha proporcionado la receta médica. 

Dice que cambia el precio según la situación económica del cliente. Lo máximo que ha cobrado son 7.000 lempiras (280 dólares), aunque puede cobrar hasta 1.500 como mínimo.

Cuenta a sus clientes con los dedos. 

“Estudiantes, chicas que empiezan su vida sexual, madres maduras y mayores, mujeres que se quedaron embarazadas tras una aventura… La mayoría son mujeres. Los hombres no suelen asumir su responsabilidad”.

José dice que también vende la píldora del día después, pero que tiene muchos menos clientes, ya que hay una farmacia en Tegucigalpa muy conocida por venderla ilegalmente. Lo confirmamos yendo allí y comprándola por 230 lempiras (9,30 dolares).

Un grupo de trabajo de la ONU calculó el año pasado que en Honduras se producen entre 51.000 y 82.000 abortos inseguros al año, y según afirma José, siempre se mantiene ocupado.

Cuando se le pregunta, dice que sabe que lo que hace es ilegal y admite que no tiene formación médica, pero afirma que presta un servicio y menciona a algunos clientes de alto perfil. Añade que sus clientes confían en él, y a veces incluso le piden que les introduzca las píldoras.

“Como se introducen dos por vía oral y dos por vía vaginal, prefieren tener a alguien que sepa hacerlo así que me piden el favor”.

Dice que también les proporciona sales de rehidratación para ayudarlas a recuperarse de la hemorragia.

En el Hospital Escuela Universitario de Tegucigalpa, conocido como el hospital publico más grande de Honduras, las mujeres llegan a menudo con complicaciones por hemorragias causadas por la droga que José y otros traficantes del mercado negro facilitan.

Unas 60 mujeres son atendidas allí cada semana tras la perdida de un embarazo, ya sea por aborto provocado o espontáneo; el hospital no mantiene registros separados. 

El personal también atiende a muchas jóvenes de 15 a 17 años, que llegan para hacerse pruebas de embarazo. Honduras tiene la tasa más alta de embarazos adolescentes de Centroamérica y más del doble del promedio mundial, según el Informe sobre la Población Mundial 2020 de la ONU.

Los médicos dicen que es frustrante no poder hacer nada para ayudar cuando un embarazo no es deseado, o incluso cuando un embarazo pone en peligro la vida de la madre.

Jinna Rosales, de Acción Joven, un grupo que brinda apoyo a los jóvenes, dice que la escasa educación sexual y la prevalencia de la violencia de género son las causas de estos embarazos, y de los abortos de riesgo que a veces se derivan de ellos.

“Si una mujer aborta en Honduras, no es culpa suya, es culpa del Estado por no poner los medios para prevenir estas situaciones”, afirma. 

Según ella, es comprensible que haya oposición a la legalización del aborto en un país donde el 43% se identifica como cristiano evangélico y el 38% como católico romano. Pero la píldora del día después, aceptada por la Organización Mundial de la Salud como método anticonceptivo, debería ser menos controvertida.

Sin embargo, los jóvenes activistas pertenecientes a una iniciativa en redes sociales llamada Generación Celeste – que se describe a sí misma como Por la Vida, Por la Familia, Por la Libertad de Honduras- piensan totalmente lo contrario.

Jorge, con quien nos reunimos en el café de un hotel junto con su compañera activista Alma, afirma que la píldora del día después actúa de tres formas: dos de ellas son anticonceptivas, pero la tercera, impide que el óvulo fecundado se implante en la pared uterina.

Para Jorge y Alma, esto convierte a la píldora del día después en una forma de aborto, aunque esta idea sea rechazada por autoridades médicas como la Organización Mundial de la Salud y el Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos.

En noviembre de 2021, Honduras celebró sus primeras elecciones democráticas desde el golpe de Estado en 2009. La ganadora fue Xiomara Castro, quien se convirtió en la primera mujer presidenta del país con la promesa de legalizar el aborto en algunos casos -incluida la violación y cuando la vida de la madre corre peligro- y de poner la píldora del día después a disposición legal de todas las mujeres.

Dijo que lo haría dentro de los 100 días siguientes a su toma de posesión en enero de este año.

No obstante, los grupos defensores de los derechos de la mujer afirman a la BBC que, aunque han sido invitadas a conversaciones con la Presidenta, todavía no hay indicios de que se vaya a reformar la legislación sobre el aborto.

El cambio prometido con respecto a la píldora del día después tampoco se ha materializado. El 6 de diciembre, el Ministerio de Salud anunció que la píldora volvería a ser legal por primera vez desde el golpe de Estado de 2009, pero sólo en casos de violación. Debe ser proporcionada por un médico en un hospital o centro de salud.

Tess Hewett, de Médicos Sin Fronteras en Honduras, calificó la acción como un “gran paso para garantizar la disponibilidad de atención vital y urgente a miles de mujeres en Honduras”, pero dijo que no debería limitarse a las víctimas de violencia sexual.

“Los siguientes pasos necesarios deben ser garantizar que la píldora anticonceptiva de emergencia esté disponible para todos los que la necesiten”, añadió.

La Presidenta Xiomara Castro se negó a conceder una entrevista a la BBC, pero el Ministro de Salud, Dr. José Manuel Matheu, accedió a hablar con nosotros mientras se preparaba aún la legalización de la píldora del día después.

Le preguntamos por qué sólo la ponía a disposición de las mujeres que habían sufrido violencia sexual.

“No vamos a promover la píldora del día después como anticonceptivo, para que haya un desenfreno sexual”, dijo. “Yo utilizo las palabras correctas: vamos a usar la píldora del día después para las víctimas de violación. Para quienes tengan relaciones sexuales irresponsables, deben hacerse responsable por el sexo”.

Las mujeres como Laura, que se quedaron embarazadas tras mantener relaciones sexuales con consentimiento, pero que tendrían dificultades para cuidar de un hijo por sí solas, no podrían tener acceso a la PAE.

Dice que entiende los riesgos de tomar las pastillas proporcionadas por José.

“Dicen que un aborto [ilegal] es tres veces más doloroso que un parto normal”, dice temblando.

“No puedo estar segura de que no moriré, pero no tengo otra salida. Sé que el aborto es ilegal, pero si me dan la oportunidad la aprovecharé”.

Laura y José son seudónimos

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